Palabras de apertura
Palabras de María Jesús Alonso Jiménez.
Embajadora de España en Argentina
Sr. Hernán Sorgentini, secretario académico de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación,
Sra. Teresa Basile, directora del Centro de Teoría y Crítica Literaria
Sra. Raquel Macciuci, directora del V Congreso Internacional de Literatura y Cultura Españolas Contemporáneas,
Señoras y señores,
Quisiera, en primer lugar, agradecerles muy sinceramente a los directores del simposio y, en particular, a la Dra. Macciuci por la invitación para acompañarles en este acto de inauguración de este encuentro que, bajo el título “Transhemisféricos y transatlánticos: diálogos en el Sur”, les reúne hoy a todos ustedes en esta histórica Universidad Nacional de La Plata. Es para mí un verdadero honor.
Basta al español o española que llega a Argentina un vistazo a las páginas de cultura de los periódicos, a las paredes de los museos, a las carteleras de los espectáculos teatrales de las muchas salas de teatro o a los estantes de las otras tantas librerías de Buenos Aires y otras muchas ciudades para percatarse de que las producciones culturales de nuestro país están aquí muy presentes. Ejercicio que, por lo que respecta al cine, al teatro o a la música popular, funciona hoy también en sentido inverso, de la misma manera que, si hablamos del ámbito editorial, funcionaba algunas décadas atrás, cuando las grandes editoriales argentinas (Losada, Emecé, Sudamericana, varias de ellas con notable presencia española) nutrían con sus libros al mercado de lengua española y hacían de Buenos Aires la capital de la edición en nuestra lengua.
Así pues, con distintas intensidades marcadas por los vaivenes históricos que nuestros dos países han atravesado a lo largo del siglo pasado, lo cierto es que las relaciones culturales bilaterales, entendidas como intercambio de creadores y creaciones culturales entre Argentina y España, son extraordinariamente ricas y densas, por más que siempre sintamos la necesidad, justamente por su potencial, de seguir trabajando para reforzarlas, intentando nutrir los ecosistemas de simpatías, redes y relaciones en que aquellas se fundan.
Pero tan importantes como las relaciones entre creadores o el acceso a sus creaciones son las relaciones y los intercambios entre académicos de nuestros países, en particular en las áreas de humanidades. Históricamente, esos vínculos interuniversitarios, esa mutua presencia de académicos de primer nivel de cada uno de los países en el otro, se hallan en el origen mismo de nuestra relación cultural bilateral. Si eso no bastara, en un momento de tecnificación acelerada y extrema de nuestras sociedades, subrayar el valor de las humanidades resulta más urgente que nunca y pasa necesariamente por la puesta en común de experiencias que nos hagan comprender mejor nuestro pasado y así trate de hacer más habitable nuestro futuro.
Hoy, en esta Universidad, no puedo dejar de evocar a tres figuras y un episodio seminal de esa relación cultural bilateral. Me refiero a dos compatriotas míos, el historiador Rafael Altamira y el sociólogo Adolfo González Posada; y a un gran argentino, Joaquín Vicente González, fundador de esta Universidad de La Plata. Las relaciones que aquellos, comisionados por la Junta de Ampliación de Estudios para diseñar las relaciones culturales hispanoamericanas, construyeron con González durante sus estancias en La Plata entre 1909 y 1911, se hallan en el origen mismo de las relaciones culturales y científicas hispano-argentinas, que se cuentan entre las primeras que nuestro país estableció con cualquier otro país, latinoamericano o no.
Es, por ello, motivo de especial satisfacción que este V Congreso Internacional de Literatura y Cultura Españolas actualice ese vínculo ya secular entre la casa de estudios de la capital bonaerense y la cultura española. Y me alegra particularmente que lo haga desde una perspectiva contemporánea, centrando su atención en ejes temáticos en los que la literatura resulta crucial para entender la complejidad de nuestra relación bilateral y la historia que compartimos y que le sirve de base: de episodios centrales de nuestra historia reciente, como la Guerra civil o la Transición (ambas con importantes repercusiones y numerosas lecturas literarias e históricas en toda América Latina) hasta la historia de la industria editorial entre España y América (a cuya importancia ya he hecho mención), pasando por un tema de tanta relevancia como son los procesos migratorios, los desplazamientos forzados y los exilios desde y hacia España. Quiero, también, subrayar la relevancia de que la mirada de género esté muy presente en el Congreso, prestando particular atención, por ejemplo, al lugar de las mujeres y sus lugares en esos movimientos migratorios.
Y es que, si los vínculos culturales y académicos entre España y Argentina son tan densos, ello es reflejo en buena medida de la naturaleza de ese nexo, que es, sobre todo, humano (y, por eso mismo, muy mediado por la cultura). Me refiero, no podía ser de otra manera, a ese pilar de nuestra relación bilateral que constituyen los millones de españoles que desde mediados del siglo XIX encontraron en Argentina un lugar donde desarrollarse vitalmente, convirtiendo el Atlántico en espacio de ida y vuelta por el que hasta hoy transitamos de manera fecunda.
No es ni mucho menor, en este sentido, la tarea que el hispanismo argentino, que agrupa a lo largo del siglo XX a figuras de la talla de Arturo Marasso (también vinculado a la Universidad Nacional de la Plata), Raimundo y María Rosa Lida, Ángel Rosenblat, Celina Sabor de Cortazar o Emilia de Zuleta (por citar solo algunos), desempeña hasta nuestros días. Reuniones como la que hoy comienza sirven para revelar la extraordinaria salud de que goza ese hispanismo, que continúa siendo uno de los más sólidos vínculos intelectuales entre nuestros dos países.
No sin antes mandar un saludo especial a todos los profesores y profesoras españoles que van a participar, presencial o virtualmente, en el simposio, no me queda más que desearles un excelente trabajo en las próximas jornadas y confiar en que la sólida colaboración entre nuestras instituciones continúe de cara a próximas ediciones del Congreso.
Muchas gracias.
Palabras de Hernán Sorgentini.
Secretario Académico de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Bienvenidas, bienvenidos todos a este evento. Me complace poder estar aquí recibiéndolxs en representación de la Facultad de Humanidades y en representación también de la Decana, Ana Julia Ramírez que, como señaló recién Raquel, por una cuestión de agenda no puede estar en esta presentación. Ella transmite su saludo a todxs ustedes.
Quiero darles la bienvenida a nuestra Facultad de Humanidades que es sede de esta reunión que lleva ya varias ediciones, que es un evento muy consolidado, que se originó a partir de la cátedra y del área de estudios de literatura contemporánea pero que, como puede verse en el programa, irradia desde allí hacia otras disciplinas abriendo una conversación que me parece que da cuenta justamente de un área muy productiva, muy estimulante a la hora de generar conocimientos y diálogos que, de alguna manera, tiene además la impronta de nuestra Facultad de Humanidades. Como señalaba Raquel, y por ahí muchxs de ustedes saben, esta Facultad tiene la particularidad de reunir a distintas carreras y está organizada a partir de una fuerte perspectiva disciplinar en lo que hace a la construcción del conocimiento. En las últimas décadas esto se ha visto muy potenciado por el desarrollo de la investigación; la Facultad ha sido uno de los pilares del crecimiento de la investigación en humanidades y en ciencias sociales que se ha dado en nuestro país. A través de múltiples entradas a los distintos campos de conocimientose propone un diálogo que cruza saberes, puntos de vista, debates. Nuestra institución tiene la singularidad de cruzar los enfoques de las humanidades más clásicas con los de las ciencias sociales y, seguramente, en la mirada integral de todos los trabajos que componen este congreso esto se podrá ver: cómo desde la literatura llegamos a la historia y a otros registros disciplinares para dar cuenta de la experiencia humana.
Es, por otra parte una Facultad la nuestra que tiene una fuerte impronta de la perspectiva de la educación. Es un establecimiento que pertenece a la universidad pública y esa es una de las cosas que nunca debemos cansarnos de remarcar: que eventos como éste, de tanto prestigio a nivel internacional, de tanta capacidad de convocatoria a académicxs de distintos lugares, no solo de España y de Argentina, que es el núcleo central del intercambio propuesto, sino también de muchos otros lugares de América Latina y de Europa, pueden construirse –subrayo– desde la apertura que posibilita la universidad pública. La universidad pública en Argentina –la embajadora de España se refirió hace unos minutos a la historia y los avatares políticos del siglo XX– ha estado siempre en el centro de distintas crisis, de distintos avatares, y estará siempre en un lugar que exige una mirada atenta para poder defenderla, remarcar sus aportes y sus proyecciones. Ese es el lugar desde el que la universidad nos convoca, a lo que se añade el logro de que todos estos intercambios puedan llegar a un público mucho mayor a partir de lugar tan central que tiene la enseñanza de grado en nuestra universidad gracias a la educación pública y gratuita para todos los estudiantes.
En este sentido, me parece que el evento transmite muy bien esta doble condición: la de una investigación consolidada de las humanidades hoy en nuestro país y, particularmente, en nuestra Facultad y en la Universidad Nacional de La Plata, y también el espíritu y la energía de los proyectos culturales, políticos, académicos concebidos desde la universidad pública.
Particularmente, me resulta muy atractiva la visión o el recorte, si es que lo hay porque realmente es una perspectiva muy amplia la que propone el congreso, como es la idea de los intercambios internacionales, de los movimientos de personas, pero también de saberes. Me parece que es una problemática muy actual, junto con la mirada transnacional sobre el conocimiento, incluso para pensar relaciones complejas entre estados nacionales, entre culturas, etc. Esta concepción me parece que invita igualmente a una conversación que se prolongará después del congreso y que seguramente tendrá aristas muy interesantes a explorar.
Así es como la reunión científica nos invita a analizar críticamente las cuestiones que se ponen en debate, problematizadas a partir de concebir el conocimiento circulando entre distintos espacios. Se mencionó aquí el género, podríamos pensar en otras claves también. En el racismo, por ejemplo. En muchas marcas constitutivas de los vínculos que se han generado no sólo desde la etapa moderna más contemporánea, sino con raíces en una modernidad mucho más temprana, cuando se inicia el vínculo colonial entre España y las sociedades americanas. Me parece que la contemporaneidad es un lugar fabuloso para pensar la apertura de ese diálogo y para pensar en las formas muy innovadoras que se proponen en la construcción del conocimiento.
La otra perspectiva que me parece que está de la misma manera en una línea primordial de la Facultad de Humanidades es la de la memoria, y de la memoria histórica. La memoria que tiene que ver, obviamente, con este intercambio tan central de la cultura. La cultura ha estado muchas veces en el espacio de suplir lo que otros intercambios más accidentados podrían haber bloqueado. La cultura fue, seguramente, un lugar –y es, y lo será siempre, espero– un lugar para reforzar vínculos, relaciones. Pero también es la memoria histórica en un sentido más amplio que se abre a partir de la mirada a los productos culturales y que tiene que ver con relaciones que nos remiten a distintos momentos del pasado, distintos momentos constitutivos que de alguna manera se superponen a la hora de pensar y de construir esta relación tan rica y a la vez tan compleja que tenemos con España y con el legado de todas las manifestaciones de la cultura española en el presente.
La memoria histórica abre muchas aristas a explorar. Yo señalaría una, que me parece interesante porque es un evento que se desarrolla en la Facultad de Humanidades y en la Universidad de La Plata. Tiene que ver con el enorme aporte cultural que se ha hecho a la construcción de estas maneras de ver y de pensar tan abiertas, tan comprometidas con lo público no solo en el período fundacional, sino sobre todo en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial. Quiero recordar el enorme aporte de muchos profesores españoles, exiliados por la guerra civil, que han sido pilares en la construcción de áreas del conocimiento, en la definición de líneas de investigación, en la actualización de saberes y en la promoción de un pensamiento muy crítico.
Me parece que tenemos un legado múltiple, diverso. Son los presentes tiempos de reflexionar sobre la diversidad de pensamientos críticos y pareceres que se ponen en juego en estos intercambios. Creo que muchas de estas hipótesis y tomas de posición van a estar expresadas en los distintos trabajos que tendrán ocasión de discutir. Simplemente yo les quería transmitir esto, la enorme alegría de inaugurar nuevamente este congreso. Y de hacerlo presencialmente, como señaló Raquel. Confío en todo lo que se producirá en estos días.
Palabras de la Dra. Teresa Basile.
Directora del Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria
Quisiera darles la bienvenida a todas, todos y todes les participantes –a los que vienen de afuera, a los que se trasladaron desde otras provincias argentinas, a los locales y a los que están en las pantallas– que asisten a este V Congreso Internacional de Literatura y Cultura Españolas Contemporáneas cuyo título es “Transhemisféricos y transatlánticos: diálogos en el Sur”. Para el Centro de Teoría y Crítica Literaria (CTCL) de esta querida Facultad de Humanidades es muy grato recibirlos, luego de, digamos un eufemismo, la pausa de la pandemia, por la que este congreso fue suspendido en dos oportunidades pero ahora estamos (se supone) en la postpandemia (de los post es el que más me gusta).
Pero no solo es un grato encuentro de colegas, sino una usina de producción donde van a circular ideas, proyectos, propuestas, miradas, diálogos, que hacen a los intereses no solo de la literatura española sino de las literaturas y culturas argentinas y latinoamericanas. Junto a Raquel, quien está al frente de la cátedra de Literatura Española II (la catedrática dirán muchos de ustedes) ahora se suman a la dirección del Congreso miembros de sus equipos: Federico Gerhardt, Mariela Sánchez, Néstor Bórquez, Virginia Bonatto, desde España Luz Souto Larios, y varios más en la Comisión Ejecutiva, que coordina Sofía Bonino, y que siempre es nuestro cable a tierra y sostén.
El aporte a la investigación de estas y estos profesoras y profesores ha sido extraordinario en los últimos años ya que cada uno de ellos dirige o codirige un proyecto de investigación radicado en el CTCL, además de nutrir con sus trabajos la revista de literatura y cultura españolas Olivar, también radicada en nuestro centro de investigación. Los Congresos Internacionales de Literatura y Cultura Españolas Contemporáneas, consolidados en una firme trayectoria que se inicia en 2008, –y ya estamos en su quinta celebración– se conforman como un espacio privilegiado para poner en debate los alcances de las investigaciones, para intercambiar ideas, para oír nuevas voces, para estrechar vínculos, para, en definitiva, interpelarnos y corrernos de nuestras certezas (esa suerte de impacto que puede angustiarnos pero a la vez es tan fructífero). De allí que el diálogo sea –tal como se manifiesta en la página web de esta comunidad transhemisférica– el acto de habla al que estos congresos apuestan: un diálogo este-oeste y norte-sur. Un diálogo especialmente atento a los lugares de enunciación con sus alteridades, desde donde se construye una mirada y un saber sobre la literatura española, con diferentes rasgos, intereses, tensiones y cruces, estrechamente relacionados con las condiciones que rodean la incorporación de los saberes específicos. Intercambios que convocan lo diverso, lo ignorado, lo dispar, nos augura la mencionada página.
La fragua de una agenda en los estudios de la literatura y culturas españolas contemporáneas elaborada desde el Sur pero atenta a estos flujos que atraviesan los océanos y los hemisferios es otro de los aportes de este congreso y, en especial, de los proyectos radicados en el CTCL por parte de los colegas que ahora nos convocan. En ellos percibimos:
- Una fuerte apuesta a los vínculos entre España, Argentina y América Latina en el trasiego (el tránsito y el intercambio) cultural y literario que siempre ha estado presente pero que ha tenido un capítulo fuerte en los exilios, tanto los del republicanismo español como los de la dictadura argentina, para citar solo dos casos. Y a propósito en el día de hoy tendremos la Presentación del Nuevo fondo documental de la Biblioteca de la Facultad de Humanidades, "Archivos del exilio republicano español en Argentina". Otro de los diálogos fundamentales entre las dos orillas lo constituye la actividad editorial en la que se materializan redes intelectuales, políticas y comerciales.
- La agenda en torno a los Derechos Humanos y a las luchas por la Memoria, Verdad y Justicia es otro de los intereses siempre presente en las investigaciones de estos colegas. Lo que permite discutir las confluencias y disparidades en el interior del paradigma de una memoria multidireccional tal como la denomina Michael Rothberg, para explorar el juego de “memorias en conflicto” –humanitarias, políticas, dominantes o minoritarias, globales o nacionales–, sus inflexiones y sus desafíos. La Guerra civil, la posguerra y la Transición españolas junto a las Dictaduras del Cono Sur y a los denominados “conflictos armados internos”, “guerra” o “período de violencia política” de América Latina han conformado un valioso corpus literario que invita a los debates teóricos.
Esta línea de la memoria se vio renovada por dos nuevas apuestas en los derroteros de la investigación. Por un lado el foco en las segundas y terceras generaciones, en las políticas de apropiación de hijas e hijos de víctimas de la dictadura en el caso argentino y de las prácticas de expropiación de los hijos/as de republicanos en el caso español por parte de ambos estados totalitarios. Pero también la agencia de estas nuevas generaciones de hijes y nietes que vienen para hacer nuevas preguntas. Recientemente incluso he recibido un texto escrito por una “desobediente” Entre hienas de Loreto Urraca Luque que me ha entregado otra desobediente chilena: otra nueva voz de una segunda generación de hijas e hijos de perpetradores que rechazan a sus padres y adhieren a la defensa de los derechos humanos.
- Desde las perspectivas de género se abre otra vía en el interior de los estudios sobre los pasados recientes capaz de iluminar otras memorias que atañen tanto a los terrorismos de estado como también a las democracias: en qué medida se puede hablar de un terrorismo sexual y reconocer a las violaciones cometidas por los perpetradores como delitos sexuales, cuál es el lugar de las mujeres en tanto protagonistas, víctimas y testigos en los exilios, o en las migraciones y en los desplazamientos forzados desde y hacia España así como en las militancias, en las revoluciones y en las guerras, entre tantas otras cuestiones que van surgiendo desde la mirada puesta en el género.
Sería difícil repasar, por otro lado, todo lo que podemos visualizar en el Programa del Congreso: las renovadas aproximaciones a los cánones literarios, a los géneros no tan visibles como la historieta, el cómic y la novela gráfica, a los hibridismos de las autoficciones y a las propuestas intermediales; las relecturas de los legados de las tradiciones literarias o los estallidos de las delimitaciones disciplinares, entre otras perspectivas. Con esta breve enumeración no pretendo dar cuenta de la variedad de propuestas, sino solo como si fuera un aperitivo, invitarlas e invitarlos, a la apertura de este banquete intelectual, hubiera dicho nuestro querido poeta cubano José Lezama Lima.
Palabras de la Dra. Raquel Macciuci.
En nombre de la Dirección del Congreso
Muchas gracias, señora María Jesús Alonso Jiménez, embajadora de España, por honrarnos con su presencia; gracias también, Hernán Sorgentini, secretario académico de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación; y Teresa Basile, directora del Centro de Teoría y Crítica literaria, por compartir esta mesa inaugural.
Los organizadores del congreso agradecemos especialmente también la presencia del secretario de Relaciones Institucionales de la UNLP, Javier Mor Roig, quien ha oficiado de cicerone de la embajadora de España desde Presidencia al Edificio Sergio Karakachoff; la presencia de Miriam Chiani, anterior directora del CTCL; del presidente de la AAH1, Juan Diego Vila; de la profesora Melchora Romanos, especialista en literatura del Siglo de Oro en la Universidad de Buenos Aires; de María Teresa Pochat, quien fue profesora de Literatura española contemporánea en esa misma casas y de Filología Hispánica en esta facultad. Y cómo no, gracias querido público, y queridos colegas expositores y estudiantes; bienvenidos al V Congreso de Literatura y Cultura Españolas Contemporáneas
Aunque no pudo acompañarnos, nos deseó el mejor de los resultados José Luis de Diego, decisivo apoyo en todos nuestros congresos, pero sobre todo en el primero, cuando a pesar de otras opiniones adversas, nos animó a concretar el propósito. Tampoco nos ha podido acompañar, por diferentes razones, Joan Oleza, investido doctor Honoris Causa por la UNLP en la anterior edición de este congreso. Desde Valencia ha enviado un auspicioso saludo.
Con gran pena y profundo afecto debemos nombrar, y convertirlos de alguna manera en motivo de laica advocación, a tres maestros, amigos, mentores de estos encuentros, Facundo Tomás, Arcadio López Casanova y Francisco –Paco– Caudet, que nos dejaron repentinamente, no a causa del Covid como podría suponerse sino de dolencias súbitas cuando todavía tenían mucho por hacer y decir. Quizás porque el congreso empezó a perfilarse hace mucho tiempo, cuando estaban entre nosotros, no ha sido dedicado a su memoria desde el comienzo, pero no es tarde para instaurarlo fuera de término, como un sobretiro a pie de imprenta.
Me ha correspondido tomar la palabra en nombre de la Dirección del congreso, formada por Néstor Bórquez, el tripulante del fin del mundo, profesor de literatura española en la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, en la lejana provincia de Santa Cruz, por Federico Gerhardt y Mariela Sánchez, profesores adjuntos de la Cátedra de Literatura Española II. Antes de continuar quisiera subrayar una salvedad, quizás obvia: no puedo garantizar que, en este discurso, mi condición de vocera del equipo organizador no se solape con la subjetividad inevitable de la primera persona, más aún cuando a pesar de que figuro en la circular en riguroso orden alfabético, mi nombre al frente de los anteriores congresos, unido a unos cuantos sexenios muy bien habidos, inducen a que se me siga viendo como responsable primera.
En consecuencia, ha recaído en mí la toma de decisiones cuando no había tiempo para aunar criterios. Valga la justificación por la modalización autorreferencial y el mea culpa por eventuales desaciertos, de esta alocución y del congreso, que asumo como míos.
Continúo con una recapitulación que todos conocen: la frecuencia trienal de esta reunión científica se volvió quinquenal a causa de la pandemia de coronavirus. En este escenario, su organización no ha sido fácil, al contrario, encontramos tantos o más desafíos que en el primer congreso de 2008, por lo que nos pareció temerario programar una reunión de igual esquema que las precedentes y optamos así por la modalidad congreso-simposio, de dimensiones más reducidas.
Cuando enviamos la primera circular, la universidad todavía permanecía cerrada para las actividades docentes y aunque todo auguraba el regreso a la normalidad, un repentino recrudecimiento de la pandemia volvió a instalar la incertidumbre en el mes de enero pasado. Cuando comenzó a despejarse el horizonte, nos vimos sorprendidos por nuevos cimbronazos: a las dificultades económicas derivadas de la arrolladora gripe, que pusieron de manifiesto que las sociedades pos Covid iban a ser todavía más desiguales que las precedentes, sobrevino la guerra entre Rusia y Ucrania, que no dudo en llamar inverosímil, por sus características de conflagración que creíamos erradicada, al menos de Europa. Guerra que además de las consecuencias devastadoras para quienes la sufren, añadió nuevos quebrantos a las finanzas del mundo, que en Argentina se sumaron a las endémicas debilidades de su economía.
Asociado o no a los anteriores quebrantos, un inusitado, incomprensible encarecimiento de los billetes aéreos obligó a cambiar los planes de cruzar el Atlántico de este a oeste y de norte a sur a no pocos invitados y expositores, lo cual derivó en el incremento de intervenciones remotas, que se habían contemplado en grado mínimo.
Y truncó también el propósito de incorporar por primera vez a dos invitados del continente africano, el escritor Donato Ndongo-Bidyogo, de Guinea Ecuatorial, representante de un hispanismo atravesado por la experiencia colonial, y Ndiogou Faye, profesor de la Universidad Cheik Anta Diop de la República del Senegal, quien encarna un hispanismo en auge más reciente, ligado a las migraciones del siglo XXI, cuya expresión más palmaria es la reciente inauguración del Instituto Cervantes en Dakar a finales de 2021. Las dos visitas quedaron postergadas para tiempos más prósperos. Y como en todo congreso que se precie, no faltaron los imponderables, esta vez bajo la forma de un accidente, afortunadamente de leves consecuencias, que impidió viajar a Kirsten Kramer, de la Universidad de Bielefeld, a quien le deseamos una pronta recuperación.
En el accidentado camino hacia noviembre de 2022, además, perdimos el subsidio para congresos ya otorgado por la Agencia2, debido a la imposibilidad de prorrogar más la ejecución. Si bien la caída del aporte material no nos es indiferente, claro está, más sentimos carecer del respaldo de un prestigioso organismo científico, siempre presente en este ciclo, y al que debemos desde 2014 el rango de Reunión científica consolidada, a lo cual se añadió la imposibilidad contar con el prometido apoyo del CONICET a través del IdHICS3.
La mención de estas dificultades no quisiera parecerse a un canto jeremiaco y menesteroso; solo busca no soslayar lo que Roger Chartier ha puesto en evidencia (aunque con foco en el libro y aledaños) acerca del aspecto material de las producciones de naturaleza intelectual, y traducir a hechos concretos aquello que la universidad pública viene advirtiendo: el mundo del conocimiento y de la investigación, más aún si se trata de Investigación en Humanidades y en Ciencias Sociales –y un congreso es una especie de laboratorio científico– sufre particularmente las consecuencias de una deuda externa inconmensurable e impropia. En este escenario, adquiere mayor dimensión el esfuerzo de la decana Ana Julia Ramírez por apoyar esta reunión científica con los equipos de trabajo y la infraestructura imprescindibles sin los cuales se hubiera dificultado en extremo la concreción del encuentro.
Pero junto con el querido profesor Christian Wentzlaff –gran amigo de esta casa y de estos encuentros– nosotros también decimos ante un contratiempo: “Ah, ¡qué bien! Solo se trata de dinero". Y con el mismo tenor, por qué no citar igualmente a quien fue investido Doctor Honoris Causa en el congreso de 2014: “Hoy el optimismo es una provocación, pero también una ardua conquista”, escribió Manuel Vicent hace 15 días en su columna dominical.
Optimistas son, a todas luces, los integrantes del incansable equipo que ha aprendido a “hacer de todo” –experiencia que atravesamos periódicamente los profesores universitarios–, en una inexplicable combinación de pasión y ofrenda a las reglas de la ciencia. Gracias Virginia Bonatto, Sofía Bonino, Luz Souto, activa operadora desde la Universidad de Valencia, todas incansables e imaginativas siempre; gracias a todos, veteranos y noveles colaboradores4, quienes en las últimas semanas pusieron en suspenso, o añadieron a sus obligaciones de docentes, investigadores, becarios, doctorandos, estudiantes (por no hablar del entorno familiar) una suma de tareas disímiles, más propia de un organizador de eventos u operador turístico que de personas de las letras.
Y optimistas han debido de ser quienes, con más de un año de anticipación, aceptaron la invitación o se inscribieron por propia iniciativa para participar de un congreso de Literatura Española Contemporánea en un horizonte impredecible y en una universidad, para muchos, muy alejada, alejadísima, de sus domicilios. Gran parte de los aquí presentes ya conocían estos congresos, otros vienen por primera vez, pero alguna referencia, una noticia, una publicación ya los había acercado y no son para nada extraños o desconocidos.
Si hubo un itinerario que comenzó con la Primera Circular de 2019 –arrumbada por el covid–, otro menos visible abrió camino desde más atrás. Es necesario haber organizado numerosos encuentros, conferencias, jornadas, y por qué no, gestionado revistas como Olivar, antes de programar un congreso internacional, así como es necesario partir de una cátedra y un campo de conocimiento consolidados. Recordaba recientemente con José Luis de Diego el que fue quizás el puntal de una larga serie: una conferencia que brindó Manuel Lamana en 1985.
Se ha dicho en numerosas oportunidades: la literatura española, al menos en esta universidad, al final de la última dictadura militar debió reponerse de un estado de postración –compartido con otras cátedras–, historia en la que no me detendré porque hay suficiente bibliografía al respecto. Pretendo simplemente retrotraerme a los comienzos, cuando buena parte de los marcos institucionales que hoy respaldan y facilitan nuestro trabajo no existían, ni el CTCL, creado en 1995, ni el CInIG5, en 2006, ni el IdIHCS, en 2009. En el nada fácil período de la normalización posdictatorial, contábamos con lo imprescindible, los sólidos cimientos de una universidad y una facultad, ambas centenarias y una carrera de Letras de conocida prosapia.
El depauperado contexto original se había renovado sustantivamente cuando en 2008 se celebró el Primer congreso del ciclo de Literatura y de cultura españolas contemporáneas con el fin de fundar un espacio de encuentro para especialistas similar al que ya tenían en Argentina la literatura medieval y la literatura del siglo de oro. Entre aquel congreso y el que ahora inauguramos, se verificaron transformaciones en la concepción y en los marcos teóricos de los estudios literarios que inciden en las preguntas que nos hacemos y en el diálogo que promovemos.
Hace quince años no fue tema controversial el alcance y la oportunidad del acápite “literatura española”; si hubiéramos tenido que poner nombre y apellido al congreso en esta década recién iniciada, quizás hubiera habido debate. A propósito, hace unos años Fernando Cabo Aseguinolaza afirmó “La reflexión sobre el hispanismo se ha convertido en todo un género”, y partiendo de la base que en América Latina hispanismo es casi sinónimo de Literatura española, indudablemente las consideraciones y debates nos incumben. Aunque las distintas fases debate, con un pico a fines del pasado siglo, arribaron a América latina de forma dis-locada, o sea fuera de lugar, porque hispanismo –vocablo nacido con acento francés, alemán o inglés– tiene ‘del lado de acá’ un significado, un alcance y unas connotaciones diferentes a las que posee en Europa o Estados Unidos, y responde a otras realidades académicas.
Resumiendo: en el largo recorrido que comenzó con un francés que visitó Madrid en el siglo XVIII, el hispanismo quedó asociado al extranjero del norte que estudia la literatura española a partir de considerar España una cultura exótica.
La génesis explica por qué en las universidades latinoamericanas el término no ha calado muy hondo; pese a que existe una pujante y activa AAH, no hay cátedras ni departamentos de literaturas hispánicas. Si existen, se subdividen; porque por historia y tradición, se prefiere diferenciar y profundizar en los campos de la literatura española, de la latinoamericana, y generalmente, de la literatura nacional del país del que se trate: literatura argentina, literatura chilena, uruguaya…
En la apretada síntesis precedente han aparecido dos términos objeto de debate, nacional y literatura española, en nuestro caso puntual, literatura española contemporánea.
En algunos ámbitos académicos no se dudaría en rechazar esa seña de identidad para identificar un congreso –sin que faltara un eco de sorna borgeana– por considerarla prescripta y contracorriente; en su lugar, suscribirían el discurso académico que tiende a reemplazar las demarcaciones clásicas por los conceptos de internacional, transnacional, mundial, glocal, literatura en lengua española.
Sin embargo, si hace quince años hubiéramos vislumbrado estas querellas, probablemente la decisión no habría cambiado: es posible prescindir de las connotaciones regresivas del adjetivo nacional y de su perspectiva aislacionista y, en dirección opuesta, tender puentes sin renunciar a los saberes de las disciplinas clásicas, con sus especializaciones de antigua data y lenta consolidación. Como ha sido lenta la propia demarcación de las letras de España, no muy lejos de cumplir el milenio, en tres periodos diferenciados que requieren herramientas de análisis altamente especializadas.
El tiempo dirá; nada es imperecedero, pero en Latinoamérica, por su historia y por la tradición académica parece prevalecer la preferencia por abrir diálogos fructíferos entre las disciplinas que fusionar literaturas nacionales en un campocomún, llámense literaturas hispanas o ibéricas, como han propuesto recientemente los postulados del “giro ibérico” con el fin de integrar a Portugal y Brasil.
La sugerente y más que justificada tendencia a borrar fronteras convive con la vigencia renovada de las literaturas nacionales. En el párrafo escrito por Noé Jitrik para promocionar su magna Historia de la Literatura Argentina –que leeré a modo de homenaje al maestro recientemente fallecido–, bien podría reemplazarse “argentina” por el gentilicio de otras historias de la literatura que tienen entre sí un indiscutible aire de familia, sea la Historia crítica de la Literatura chilena coordinada por Grínor Rojo y Carol Arcos, sea La historia de la literatura española dirigida por José-Carlos Mainer.
Pregona Noé Jitrik:
Lo que llamamos “literatura argentina” no sólo existe sino que es, además, un imponente conjunto semejante a una mina relativamente inexplorada pero llena de vetas valiosas y de una variedad muy grande de obras, realizaciones, intentos... En suma, un universo provocativo, un desafío al criterio que esta Historia aceptó y con el que se enfrentó durante casi dos décadas.
Si bien la querella continuará, congresos como este, y tantos otros, demuestran y contribuyen a conciliar la mirada nacional y la posnacional, evitando otorgar a una el valor del pasado y a otra el del futuro de una babel espléndida. El apego al campo de conocimiento clásico no desconoce la irrevocabilidad de las transformaciones epistemológicas de las ciencias humanas y de la literatura en particular; por el contrario, las incorpora desde el campo de saber específico a partir del acervo acumulado, que es también parte del legado histórico, cultural y simbólico de un pueblo y una nación: “la literatura es subsidiaria y portadora de identidades nacionales”, ha aseverado Pozuelo Yvancos.
En otras palabras, la literatura española contemporánea (podría decir también literaturas españolas; lástima que el tiempo disponible no me permita entrar en consideraciones sobre ese rótulo integrador de lenguas y culturas) concebida y abordada como un objeto prismático, poliédrico, que se modifica, revela matices y se enriquece –los ejemplos serían cuantiosos– incorporando el plus problematizador de una agenda crítica emanada de las propias coordenadas y circunstancias de enunciación.
Este es el sentido de “Transhemisféricos y transatlánticos: diálogos en el Sur”, como actitud moral y principio epistémico, porque el estudio, la investigación y la transmisión de saberes en el presente siglo no se conciben sin pluralidad, itinerancias, intercambios, préstamos y devoluciones. Un modo paradójico y productivo, de reconocerse especialista en literatura española con una visión, más que nunca, transnacional.